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MUSIC IS MY GIRLFRIEND #2 - 03: BRIAN STORMING - ASTROBOY - THE JACQUELINE TRASH
19/07/2007 - Unione E Benevolenza

Por: Maria de la Paz Spera - paz@recis.com.ar

Anunciando un despliegue de psicodélicas introspecciones, la tercera noche del Ciclo Music Is My Girlfriend llevó el nombre de “Viaje Al Espacio Interior”. Absortos en sus meditaciones, los espectadores aguardaban el comienzo de la música inclinados sobre sus mesas, conversando esporádicamente sobre filosóficos temas y bebiendo algún brebaje que los acercara a un estado de iluminación interior y comprensión absoluta de los fenómenos del mundo.

Interrumpiendo abruptamente la ensoñación intelectual, THE JACQUELINE TRASH derribó los conceptos y teorías que se venían formulando, plagando el piso de fórmulas matemáticas a medio hacer e hipótesis repentinamente huérfanas. Saltando del escenario y camuflándose entre las mesas, Juan Manuel Ruiz Sunico (voz) dio vueltas alrededor del público para luego volver a ocupar su lugar detrás del micrófono. Entre saltos y maracas, parlantes estridentes y acordes de igual tenor, The Jacqueline Trash logró que todo el mundo abandonara las pretensiones de un show plagado de calma reflexión.

ASTROBOY, importados del Uruguay y con los sellos de aduana todavía sin despegar, continuaron con el show. Presentando temas de su último disco, “Big For The City”, la banda integrada por Martín Rivero (voz y guitarra), Leandro Boné (guitarra), Francisco Bisso (guitarra y coros), Javier Vaz Martins (bajo) y Pablo Ejallo (batería) desintegró los últimos destellos de tranquilidad con un pop llamativo y pegadizo, exaltando a los eruditos espectadores hasta que intercambiaran sus mesas y bebidas por acompasados saltitos al pie del escenario.

Dejando de lado la continua aceleración de sus predecesores, BRIAN STORMING apostó a la tranquila contemplación del universo que se develaba delante de sus ojos. Ataviados con trajes de color negro y rojo (y por qué no con alguna corbata perfectamente anudada), los integrantes de Brian Storming experimentaron con un pop psicodélico sinfónico perfecto para sumir a los espectadores en los intrincados recovecos que ocultan las verdades innegables de la vida. Ambiciosa tarea la que se propusieron, especialmente cuando sus compañeros de fecha habían volado en pedazos el relajado limbo de observación filosófica necesario para ponderar las interrogantes de su universo espacial.