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LOLI MOLINA
17/07/2008 - Espacio Ecléctico

Por: Norman Flores - norman@recis.com.ar

Una vez una persona preciosa escribió que el mundo es un montón de gente, un mar de fueguitos.

La noche de jueves nos conducía a San Telmo para la presentación de LOLI MOLINA luego de meses de ausencia sobre los escenarios debido a la grabación de un disco. Diez menos cuarto, las copas comenzarían a levantarse en silencio, el Espacio Ecléctico se endulzaba y la vocecita hermosa suplicaría en “Miel” que duela sólo la verdad . Un inicio de agradecimientos antepuestos a “Vacio y Silencio” y a “Laberinto”, con una explicación final del por qué el nombre de éste último tema.

A Loli la acompañan Nico Cota en percusión y Hernán Jacinto en rodhes y piano. A ellos los acompaña el ambiente más ameno para que las sonrisas comiencen a florecer. Las sonrisas son acompañadas por una suave sábana musical. Y a la música la acompaña una hermosa delicada voz de seda.

La mujer que posee dicha vocalidad , pide perdón en “Si”, explicando que siempre llega tarde tarde, generando en la cara del cronista una sonrisa: ella cuenta un promedio de dieciocho minutos de demora, mientras que él si llega veintiséis minutos tarde es porque el reloj es generoso y se detiene en algunos momentos. Las canciones seguirían con “Hamacas” (uno de los más nuevos y a su vez uno de los más lindos) y con el primer cover “I Won’t Back Down” de Tom Petty, junto a la compañía en la voz del señor Cota. Para cerrar con la primera mitad de la lista, y la primera media hora de canciones bonitas, un tema nuevo nos sonreía, “Ricardito”. Hablaría de arena, hablaría de playas, y no hace falta entender más nada, con la base musical tan rioplatense, el Uruguay se hacía presente.

Las caras expresaban las dos cuartas partes de la cumbre de felicidad que se puede lograr gracias al sentido auditivo, las miradas se buscarían y seguirían sonriendo, esperando, esperando algo más. Minutos de ausencia poco incómodos, para que el micrófono volviera a ser ocupado. Esta vez el tema más lindo “Cuando Miro El Cielo” dibujaba imágenes en la cabeza, imágenes inauditas e inexplicables para cualquier alma sensible que se la imaginara mirando un cielo (tal vez estrellado, tal vez nublado, que importará) sin su él. Imágenes inexpresables de sentir al alma haciendo origami con los propios sentimientos y recuerdos al escuchar me pierdo en tu voz, me olvido de mí, me duele mirarte y pensarte así.

De ahí en más, la lista de temas harían que las sillas se movieran a causa del ritmo de piernas y manos, de sonidos y voz: “Cuandoárbol”, “Templo, “Algo Quizás” y el segundo y tercer cover de la velada, “Karma Chameleon” con los arpegios más bonitos danzables, y “I Don’t Need No Doctor” de Ray Charles, con la mayor (como siempre pasa con este tema) de todas las genialidades musicales que se puedan lograr. Un infaltable supuesto final con “Hasta El Mar” generaría una efusiva felicidad compartida de aplausos y pedidos para que siguieran un ratito más.

Los bises no se hicieron esperar, y la Hermosa versión de “California”, de Joni Mitchell, brindaría a las sonrisas imposibles de profundizar más, un pequeño ingrediente más de purificación. Pedido de temas y otra vez “Algo Quizás”.

Una vez una persona preciosa escribió que el mundo es un montón de gente, un mar de fueguitos . Habló de fuegos grandes y fuegos chicos, de fuegos bobos que no alumbran ni queman y de otros que arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca, se enciende. A la salida, la noche dejó de andar oscura, como andan habitualmente todas las noches; cada uno que salía del Espacio Ecléctico, hacían de las calles de San Telmo el lugar más iluminado de todos; alumbraban cada cuadra caminada o cada estacionamiento de autos. Alumbraban una noche que se había vuelto preciosa, por culpa de una musiquita , una voz y tres personas que arriba de un escenario parecen fueguitos, fueguitos que arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear .