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El Ocaso del ídolo
Por: Matías Recis - matias@recis.com.ar
En relación al artista, el filósofo Friedrich Nietzsche sostiene que el honor se obtiene cuando logra “hacerse superior y que esta superioridad se haga pública”. Así, si lo primero falta y se ambiciona lo segundo, se habla de vanidad, y si falta lo segundo, se nombra el orgullo. Paralelamente afirma que si los artistas originales y creadores se abandonan a si mismos, llegan a hacerse vacíos. Pero parecería absurdo suponer que un artista, que lideró los conjuntos más significativos y compuso las canciones más conmovedoras dentro de la historia de un país, se convierta en un “artista vacío” y se abandone a la estricta vanidad y la trascendencia pública.

No obstante, la actualidad de Charly García muestra esta oscura crudeza. Cabe preguntarse ¿que fue lo que perdió este artista? Sin dudas, décadas de lascivia le han hecho disipar el talento compositivo y la capacidad interpretativa. Al mismo tiempo produjeron en el compositor una lucidez embrionaria.

Seguramente hoy se considera “Dios”, “genio” y “talentoso”, porque ve apagado su capital artístico y no encuentra otro modo para reivindicarse. Simultáneamente no consigue un apoyo humano en sus músicos. Tiempo atrás, respaldado por David Lebón, Pedro Aznar, Nito Mestre y María Gabriela Epumer, hoy sus actitudes se tornan más individualistas que nunca. De esta forma, sus conciertos representan una insuficiencia ética, para los espectadores, organizadores, empleados y músicos. Aquí, su inestable y caótico temperamento los tiene como victimas de sus irregulares ocurrencias. Ésta es otra manera - precaria- que tiene de solventar su vigencia.

No obstante, su actitud está lejos de ser rockera o contracultural, ya que no defiende un concepto, una propuesta de cambio ni una coherencia. Sus acciones descienden de características infantiles y caprichosas. Esta postura, sin dudas, sólo constituye un personaje gracioso para los medios de comunicación. Prestándose a una manipulación nefasta para cualquier creador que ambiciona conmover o manifestarse desde su obra, habita los escándalos más paradójicos, donde sus apariciones públicas poco tienen que ver con lo musical.

Lejos de su brillante periodo en Serú Girán, La Máquina de Hacer Pájaros, Sui Generis y su etapa solista durante los ´80, hoy encuentra muchos inconvenientes compositivos y transita una carrera artística eunuco de idea y renovación. Ergo, su periodo “Say no more” simplemente compagina la carencia de herramientas artísticas que maneja. Al tiempo, exhibe la decadencia psicológica, emocional y física que provoca en el humano el uso de las drogas.

Evidentemente Charly García está subido a un delirante personaje que se fagocitó al genial músico que había dentro de él. Ésto plantea, sin dudas, una mirada áspera sobre el crepúsculo de los ídolos que encarnan la historia del rock. De este modo, Charly García se abandonó a si mismo, dejó de lado lo musical y sencillamente ambiciona ser un sujeto mediático, ¿quedará alguna última luz celosamente escondida en su carrera artística?