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El under no existe
Por: Under The Nadie -
Editorial publicado originalmente en el blog Under The Nadie
La porción de bandas que se agrupan bajo esa denominación, no está debajo de nadie. Sí, claro, están abajo del cachet que perciben los consagrados, aunque muchas veces su producción artística no lo merezca. La denominación, caprichosamente despectiva, para aquellos grupos que no llenan estadios se instaló de un modo extraño. Este tipo de bandas no pueden ser tenidas en cuenta como las divisiones inferiores de un club. En el mal llamado under, hay músicos que están lejos del mundillo sub-20 y que estarían cerca de colgar los botines sin llegar a ponerse la camiseta en primera, si esto se tratase de fútbol.

Una "banda under", es timada por pseudo empresarios fracasados que se hacen llamar managers o productores que confunden el negocio del rock con apenas un precio estipulado ---lejos de todo riesgo de pérdida--- para que la banda toque. Ellos, son los que suelen decir que con el under no hacen negocios y culpan a las bandas de la poca convocatoria. Pero "el under" es redituable, si no los oportunistas que programan agenda roquera en los boliches no existirían. Si no las productoras ---tan serias como estafadoras--- no tendrían entre sus artistas explotados a bandas poco populares a quienes ¿robarles? oportunamente los derechos de sus canciones o encarcelarlos bajo sus sellos por varios años, casi sin derechos ni beneficios.

Quien tenga por lo menos 30 años, recordará que a principios de la adolescencia quien elegía una banda para ver, la elegía y punto. Y eso que no existía Internet como herramienta para encontrar bandas nuevas. Lógicamente, en ese entonces también existían consagrados que cobraban cachets inmensos con relación a quienes apenas sonaban en un pub pero quien quedaba encandilado por Los Brujos, Estado Mayor Conjunto, Los Adolfos, Martes Menta, Vía Varela u otras miles de bandas con mayor o peor suerte y variados estilos, tenía su lugar para escucharlas. Quienes tienen algo más que 30, sabrán entonces que en dos o tres lugares, se podía ver cosas nuevas como Sumo, Todos Tus Muertos, Redonditos o Soda Stereo, con sólo frecuentar, La esquina del Sol, el Parakultural, Einstein o Stud Free Pub.

Pero quienes apenas pasan la barrera de los 20, tienen otra pregunta para hacer a la hora de definir una banda desconocida: ¿cuánta gente meten?, preguntan cuando ven un afiche o reciben un volante que promociona una fecha. La misma pregunta hacen las productoras y la respuesta es la clave para poder contar el curriculum a cuesta y el proyecto artístico de la banda.

Esa tendencia es consecuencia directa de una década infame ---la segunda en la historia argentina y la más contemporánea--- que produjo el reinado de Menem, que devastó al país económica, social y culturalmente. Quienes fueron niños durante su periodo real ---legitimado con el voto cuota de la mayoría--- mamaron la instantaneidad del espejismo del uno a uno, del consumismo desproporcionado y de la grosera y pornográfica ostentación. Hoy ostentar gente en un recital es la mejor forma de promocionarse y no un camino tranquilo, lento y muy trabajoso hacia la popularidad.

El vértigo por despegar del under condujo a Callejeros a una tragedia sin precedentes. La banda de Villa Celina se despidió del circuito chico de la peor manera y 196 muertes le abrieron la puerta grande de la escena local. Y la banda no dudó en traspasarla y después de un breve y silencioso luto que rompieron en Radio 10 ---una emisora de derecha con convicciones que históricamente estuvieron a contramano del rock--- con una entrevista en la que dejaron clara su convicción de tocar pese a lo ocurrido y señalando a Omar Chabán ---el gerente de República Cromagnon, donde sucedió la tragedia de diciembre de 2004--- como único responsable. Claro que la soberbia de Patricio Fontanet, el líder de la banda que ahora llena estadios, olvidó las gacetillas de prensa que su banda enviaba a los medios destacando "la fiesta de la gente con bengalas" y que se jactaba de su público era el más "bengalero" de todos.

Mientras ellos siguieron tocando y cobrando importantes cachets, Chabán fue encarcelado y Aníbal Ibarra destituido como jefe de Gobierno. Chabán, entendiblemente demonizado porque su boliche resultó una trampa mortal, fue uno de los más entusiastas empresarios que le dio apoyo a bandas desconocidas, sin descuidar su negocio. Así ganó plata con Sumo (¿Recuerdan "Sergio, Omar/quiero dinero, quiero dinero"? Ese "Omar" era Chabán) Todos Tus Muertos, Dos Minutos, y todas las bandas que llegaban a Cemento y conquistaban un gran bastión. El Chabán que Fontanet señala como único responsable es el mismo que durante varios años los hizo tocar como teloneros de otras bandas para que puedan crecer en popularidad. Llegaron a eso y pese a todo lo sucedido, siguen subiendo a los escenarios.

Mientras Chabán aumentaba su delirio místico tras las rejas y alucinaba con complots en su contra sin reparar en que en el boliche que administraba la capacidad del lugar estaba sobrepasada y la salida de emergencia estaba cerrada con candado, Fontanet pedía en Radio 10 que no le echaran "el fardo encima" de las muertes y separaba a los muertos del público de los del staff con un "nosotros también tuvimos muertos", como si existiese alguna diferencia a la hora de perder la vida.

Post Cromagnon, los lugares para tocar comenzaron a tener tantas restricciones que solamente las bandas de mucha convocatoria podían programar shows. Muchos se separaron por no poder pelar en vivo o encontrar un lugar y no poder afrontar los costos, porque se encarecieron en más de un 300 por ciento ante la escasez de habilitaciones.

Dentro de las bandas de menor convocatoria, existen chiquilines ---de 15, 30 o 40 años--- que juegan al vedettismo de los Rolling Stones, que no proponen un nuevo horizonte artístico ni se preocupan por diferenciarse de nada, esquivando de esta manera el origen del rock en la Argentina. Son los que salen a pegar afiches promocionando sus shows asquerosamente sobre los de otras bandas, pares en definitiva, ensayando argumentos para explicar sus acciones con cosas como "es la ley de la selva". Son los mismos que aprendieron que si una fecha es compartida con otras bandas, no hay que llevar la batería y le dicen a su público a que hora deben ir para no ser solidarios con el resto. La cosa, parece, es sacar ventaja.

El rock es otra cosa. La separación de gigantes como Los Redonditos de Ricota y Soda Stereo; la muerte artística de Charly García y la pérdida de vigencia de otros referentes como Palo Pandolfo, le abrieron el camino a otras bandas para que asomaran la cabeza y llenaran los estadios que quedaron vacíos. El público huérfano de Patricio Rey busca calmar saciedad con La Renga, Las Pelotas o Bersuit (todas con público propio, ojo) y otros buscan en las imitaciones más cercanas, como Pier u alguna otra, llenar el vacío. Detrás de Mega ---¿una empresa de Radio 10 marcando tendencia en la juventud?; qué miedo--- hay otras cosas. Al ladito ---a la izquierda no sólo del dial--- está FM La Boca donde se puede escuchar otra realidad. Desde otra empresa poderosa, existe quien dice las cosas sin importar la planilla de rotación. Alfredo Rosso en Rock & Pop, suelta sin compromisos joyitas que por ahora disfrutan pocos, como El Abuelo, Pez o Pequeña Orquesta Reincidentes.

Tal vez se trate sólo de volver a buscar, conocer y medir los gustos sin el cuentaganado a la salida de un recital. El under no existe, el rock no es mucha o poca gente. El rock es bueno o malo, complaciente o comprometido e incluso divertido y comprometido.

¿Por qué no? El rock es uno mismo.